LA CABINA DEL CINÉFILO
En un lugar donde solo osa el silencio. Un par de genuinos descerebrados, decidieron aventurarse por un pueblo singular.
Aunque la acogida no resultó hospitalaria, irnos con las manos vacías no era una opción.
Después de rodear las proximidades, estudiando posibles entradas e integrando a un nuevo explorador a nuestro equipo, en este caso de cuatro patas; decidimos dividirnos para que la misión fuese completada con éxito.
En este ocasión, os contaré el relato como mera espectadora, ofreciéndoos como personaje principal a Virtudes Was Hear y obsequiándoos con sus laboriosas fotografías.
Tras una larga espera de desesperación, Virtudes encontró el momento exacto para adentrarse como un lince, lejos de las miradas de los curiosos.
Destellando de sutileza y elegancia, la entrada principal se iluminó ante sus ojos.
Aún maravillado y extasiado, sin comprender lo que tenía delante, caminó entre los escombros, para contemplar como las telarañas cubrían lo que en su tiempo fue la ventanilla por donde vendían los pases. Decepcionado por no encontrar entradas para acudir a la siguiente sesión, continuó su camino hasta llegar al ambigú y ver lo que antiguamente, sería el patio de butacas, ahora desprovisto de las mismas.
Subiendo unas sinuosas escaleras, llegó al segundo piso, donde se encontró, una perspectiva más extensa del patio interior y a su izquierda, le maravilló encontrar el corazón del cine.
Tras una oxidada puerta con un cartel de "Prohibida la Entrada", se alzaba, imponente y oxidado; el cinematógrafo OSSA 60A.
Esta marca española, concretamente catalana; fabricó este modelo alrededor de los años 50 del pasado siglo. Era muy habitual encontrarla en los cines españoles, hasta su desaparición en los años 80.
Cartel Promocional Cinematógrafo OSSA
En esta sala se encontraban todos los accesorios necesarios para el correcto funcionamiento del cinematógrafo, además de una butaca para el descanso de su operador.
De vuelta al piso inferior, Virtudes escuchó unas voces cercanas y saliendo de la película que se montó en su cabeza, esperó hasta dejar de escuchar a la gente y salir como había entrado de la última sesión que verá en ese cine.
Y con esto, me despido de vosotros, dejando una instantánea de nuestra amiga exploradora de cuatro patas, a la que apodamos; Fulgensia.
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