EL HOGAR DEL GANADERO
En una pequeña ruta, nos aventuramos a una casa con mucho encanto. La fachada resultaba muy particular, como si el Conde Drácula fuese a aparecer de repente en la entrada de la casa.
Eran las seis o siete de tarde y el invierno amenazaba con robarnos la poca luz existente. Llevábamos todo el día de ruta y estábamos con la batería baja. Rodeamos la zona con la esperanza de encontrar una entrada factible.
El terreno era gigante, empezamos a subir por un pequeño carreiro que nos llevó a la carretera nacional de nuevo. Tuvimos que volver a bajar hasta contemplar la fachada interior de la casa. La finca no solo era enorme si no que tenía hasta tres niveles diferentes con pendientes descendientes.
El tercer nivel llevaba directamente al jardín, aunque se trataba de un metro y medio, buscamos otra forma de bajar pero entre la gran cantidad de ortigas y silvas nos dimos cuenta que era imposible.
Finalmente conseguimos llegar al jardín, aunque tuvimos la mala suerte de precipitarnos en caída libre sobre el campo. Después del batacazo, comenzamos a reírnos al ver que el portal de la casa, estaba abierto de par en par. Menos mal que nos gustaban las aventuras pero aquí aún no terminaba el riesgo.
Al cruzar un pequeño puente de piedras que daba a la entrada de la casa, comprobamos el pésimo estado de la cocina. Tuvimos que colocar unos tablones para poder acceder al resto de las habitaciones.
Como comprobaréis en las fotografías, el paso del tiempo y el vandalismo habían causado fuertes daños en la estructura de la vivienda. Tan solo una de las habitaciones, se encontraba aún en pie y en bastante buen estado. Se trataba de una especie de culto a la ganadería y agricultura, sobre todo sostenía una gran devoción por las vacas y los minerales. Un pequeño estante, contenía una colección muy curiosa. También, había una gran estructura simulando una casa de muñecas con elementos decorativos de color rojo, amarillo y algún patrón floral.
Lo más curioso era la decoración de las paredes y los techos, cubierto de piedras pintadas a mano y maderas que componían el techo. Las banderolas rojas decoraban toda la habitación ayudando a recrear un ambiente rural y campestre. Por último, un cuadro de estilo clásico que dibujaba a dos mujeres cargando cultivos y lecheras complementaban la decoración. Solo un pequeño ventanal proporcionaba un rayo de luz a la icónica escena.
Buscando como subir a la segunda planta, nos encontramos unas fotogénicas escaleras repletas de moho verde que albergaba unas macetas en los primeros escalones. Al subir, aparte de encontrarte con unos puntales que aguantaban la estructura (lo que nos hacía sentir más seguros), un ojo de buey conseguía que la luz natural destacara la belleza de aquellas escaleras de caracol.
Finalmente, la planta superior estaba muy revuelta, con un pasillo en el que debías fijarte bien donde pisabas y un baño derrumbado.
¿Cuál es la historia de la casa? La zona estaba repleta de casas indianas completamente detenidas en el tiempo, disponiendo de un futuro incierto. En concreto, esta casa estuvo a la venta durante un tiempo, los dueños con el paso de los años, decidieron llevarse los muebles más adinerados de la vivienda, como los que componían el salón y el comedor salvaguardando el hogar de posibles vándalos. Aún así, como se contempla en las fotografías, no pudieron frenar el paso del tiempo, siendo el moho el propietario principal que envuelve las maderas de la casa.
Os dejo el enlace del post de Tiempo de Urbex, donde se aprecia el estado de la casa hace unos años. https://dondesolohabitaeltiempourbex.blogspot.com/2024/08/la-mansion-vaciada.html
Os dejo unas fotografías que saqué a mayores en la ruta.
¡Nos vemos pronto ❤!
Comentarios
Publicar un comentario