LA CASA DEL LICORERO

 

Hoy os traigo un lugar muy especial al blog. 

Entramos de casualidad, de hecho no entraba dentro de nuestra ruta pero decidimos echar un ojo y fue para nosotros una grata sorpresa lo que encontramos. 

Personalmente, me flipan los lugares con historia, aquello con cartas, documentos, escritos y objetos personales muy íntimos.  En esta pequeña casa de pueblo, habitación tras habitación ibas encontrando detalles que te ayudaban a tener una perspectiva más extensa de la vida del dueño.

Te sumergías en su historia personal, en su día a día, en sus inquietudes, sus comodidades, su trabajo... Por eso, este lugar nos resultó tan especial. Tanto a @tiempo_de_urbex como a mí. Y es que tenemos ese pequeño deje, de que los lugares con mucha historia y muy hogareños nos encantan. 

Nos sorprendió muchísimo que la casa estuviese abierta, entramos por el baño que se conservaba de buena forma, de hecho tuvimos que apartar unas cuantas telarañas para acceder a la sala principal. Menos mal que había una escoba cerca, este lugar llevaba muchísimo sin ser visitado. Desde que el dueño desapareció de su propio hogar, por motivos que desconocemos. 

La sala fue todo un descubrimiento, algunas de las tablas que componían el techo se habían precipitado al suelo, creando una atmósfera decadente y descuidada que era fascinantemente fotografiable.

En la pequeña sala, encontramos unos documentos sobre el mantenimiento de un panteón, lo cual me creó la idea errónea de que podía tratarse de un sepultero del pueblo. Eso cambió una vez llegué a casa y repasé las fotografías que había sacado. Descubrí documentos sobre numerosos terrenos que tenía en su poder, leiras que utilizaba para cultivar vino y principalmente, licores. En su escritorio descubrimos un montón de tarjetas de los licores que ofrecía. 

También, descubrimos que era un gran coleccionista tanto de biblias como de cupones de la once, tenía cajitas repletas de cupones de los años 70, 80 y 90. Esta casa no dejaba de sorprendernos.


Según accedías a la habitación continúa encontramos una habitación muy humilde con dos cajas fuertes completamente abierta y vacías. No sabíamos si había sido el propio dueño o gente del pueblo con malas intenciones pero lo único que teníamos claro, era que ningún explorador había pisado este lugar.

En esta habitación es donde más cartas encontré, dedicadas al dueño, a su esposa y a su hija. Es la información que pude extraer. También diversas cartas de sus hermanos, uno de ellos en concreto andaba por New York y su padre le contactaba de forma continua. Tenía una buena situación familiar. 

También encontramos en el armario numerosos cuadernos con temario de primaria, como los míticos cuadernos Rubio pero estos eran artesanales donde abundaban los dibujos y los dictados. 

Creemos que eran de su hija y que él la educaba en casa, aunque nunca lo sabremos con seguridad. Al lado, había material para cortarse la barba y unos curiosos prismáticos. Si contemplabas al lado de la cama, había un fichero de archivos, estaban organizados por intervalo de años y en cada cajón se encontraban revistas y encrucillados de la época. Un montón de pasatiempos sin sentido.

Continuamos viendo la casa, encontramos en una de las habitaciones una carreta de las vacas que servía para guardar una botella de Whisky que parecía bien cara, obviamente la botella ya no estaba. 

También vimos la cocina, era bastante antigua, de ferro, míticas de Galicia en tiempos pasados. Se conservaba aún toda la vajilla y las hiedras empezaban a entrometerse por la ventana. En la puerta aún se podían contemplar las llaves de cada uno de los espacios que formaban la vivienda y justo al lado, una maravilla a contemplar. Una motocicleta antigua, ojalá tener alguna idea sobre motos pero no tengo ni idea de la marca ni del modelo. Solo sé que parecía bastante antigua. 


Justo al lado, bajabas unas escaleras y tenías el almacén de los vinos con muchísimas latas de conserva antiguas y la casa, también disponía de un galpón superior donde pudimos contemplar cuadros de la familia, un montón de libros de caza y hasta una cajita donde conservaba guardados los cartuchos vacíos y herramientas de caza junto a catálogos y su permiso de caza. Se ve que los licores no eran su única afición. 

Al salir de la casa pudimos contemplar un poco más el jardín, tenía un hórreo gigante con un lote de material para plantar de jardinería y además, una extensa finca que seguía para atrás. 

Un limonero daba el toque a la casa junto a las hiedras que comenzaban a comer su fachada. A pesar de estar rodeada por muchas casas vecinas, una vez dentro te sentías como en tu propia casa. No sé si por la paz que traía, lo humilde que era o saber tantas cosas sobre el dueño. Pero sin duda, es una casa que siempre tendré cariño y con un significado muy importante para mí. 

Gracias Elidio por permitirme conocer tu hogareño hogar.


Y con esto me despido, hasta la próxima entrada del Decrépito Desván. Nos vemos pronto :) 🏠





















































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