LA CASITA DE LISITA
La lluvia no cesaba, pero nuestro propósito era más grande que todo lo demás.Nuestras ansias de explorar, estaban por encima de las intensas lluvias. Llegamos al punto de estar empapados pero la casa donde residió Lisita en algún tiempo, valía enormemente la pena. Aunque aún no lo sabíamos.
Llevábamos una mañana de fails, agotados y con pocas ganas de encontrarnos a otra señora viviendo en la casa aunque esa historia os la cuento otro día.Tenía el día torpe, los que me conocéis, sabéis que ya lo soy de por sí, pero aquel día me había levantado con el pie izquierdo.Siempre os cuentan lo bonito del urbex, pero nadie os relata lo que hay detrás.Después de dar vueltas por la fachada, conseguimos entrar y menos mal, porque el cielo no daba tregua. La oscuridad se palpaba de cerca y la nubosidad exterior tan solo complicaba la luz de las fotos.La casa era pequeña, pues contenía una cocina repleta de cartones vacíos, sobre todo de leche que había caducado en el 2017, llevaba paralizada 8 años en el tiempo.Lo primero que te saludaba era una tierna vaquita en una de las mesas del salón junto a un extravagante reloj de pared que se había detenido a las 8:40. Los VHS y la vajilla antigua nos recibían como si hiciera mucho tiempo que no vieran vida humana y las ratas parecían esconderse de nosotros.
Encontramos antiguas fotografías del salón, aquí tenéis el antes y el después.
Si abrías los estantes, te encontrabas montones de papeles y documentos totalmente destrozados por pequeños dientecitos.Aún así encontramos una carta que databa en el 2017, confirmando la fecha de abandono total de la pequeña vivienda. Los cuadros y las figuras talladas de madera destacaban no solo en el salón, si no por toda la casa, que parecía bastante revuelta con incluso maletas sobre la cama.
El comedor creemos que era del mismo tamaño que el salón, apenas tenías movilidad para poder sacar fotografías. Aún así os dejo unas instantáneas de pequeños detalles muy curiosos que lo adornaban como una tele pequeña o una mecedora.
También encontramos una fotografía del anterior comedor.
A su vez, encontramos la cocina y los baños.
La casita solo tenía dos habitaciones. La más pequeña, repleta de cuadros familiares y donde encontramos la maleta y la principal, de la que colgaba una enorme telaraña y donde descansan múltiples objetos personales.Cámaras antiguas, un bolso, joyas de la época, material religioso, una figurita que esta vez no era de madera y cartas, muchísimas cartas.
Como fanática de las historias ajenas, no pude evitar la tentación. Aunque el ruido de la lluvia y los animales del ático, nos ponían los pelos de punta y nos mantenían alerta, debía conocer la historia que envolvía a la casa.
Aunque la casa era pequeña, por las fotografías que encontramos, eran una familia numerosa.Prepararos para lo que voy a contaros porque os va a explotar la cabeza tanto como a mí.Para empezar, Finita hacía tiempo que no residía en la casa. Era la hermana pequeña de Luchy, que decidió irse a estudiar a Madrid con su marido, Francisco. Los padres se llamaban Luisa y Jose y durante un tiempo estuvieron residiendo en la casa pero después Luchy, se quedó con la propiedad y solo se juntaban en ocasiones especiales.Finita estaba trabajando como administradora y a la vez, relatando su primer libro, estaba estudiando periodismo y como provenía de Argentina, estaba muy asustada de que en la finalización de su contrato la echaran de su único sustento de vida.Las cartas tan solo narraban la vida normal de una recién casada, hasta que Finita comenzó a dudar de la confianza de su hermana Luchy y de los temas que trataban por teléfono. Comenzó a amenazarle con que, si contaba algo de lo que le había dicho, no la volvería a ver.Era un caos leer alguna de las cartas, su letra se volvía pícara, en cursiva y poco cuidada, llegando a perder el hilo en muchas de las frases y parágrafos que componían las cartas. En cambio, cuando hablaba más suave y de situaciones positivas que englobaban su vida, escribía de forma más segura y respetuosa. De hecho, en alguna de las cartas se quejaba de la intención de la familia en internarla en un psiquiátrico por su comportamiento inquietante.El verdadero desorden comenzó cuando habló de que no quería a su marido y empezó a pedir dinero a sus padres, porque el banco no le cedía préstamos para pagar sus estudios y el piso que mantenía con su pareja. Aunque conocía a toda su familia, no se llevaban muy bien y en una de las cartas hasta mencionó que Francisco le pegaba y que necesita huir de allí.Finita pidió a su hermana que le mandara ropa, mantas y mudas pero poco a poco, comenzó a solicitar objetos de mayor importancia como el pasaporte y fotos del DNI. El plan de Finita era volver a su país de residencia, Argentina y de esa forma desaparecer para que Francisco no pudiera hacerle más daño.Pero no consiguió su propósito y decidió desaparecer sin dejar rastro e irse a vivir a Salamanca con unas compañeras de piso comenzando una nueva vida.La relación con su familia tampoco era muy buena, debido a los múltiples empréstitos que nunca devolvió y comenzó a depender de un abogado por asuntos de denuncias y para establecer un seguro contra su marido.También hablaba de una mujer llamada Marcela, la apodaba como una "bruxa" y "víbora" que tenía cuatro hijos pero pronto serían, tan solo tres. Una frase que me heló la sangre.La última de sus cartas, estaba llena de paz y tranquilidad. Después de la tormenta que había vivido, por fin había conseguido divorciarse de su marido y comenzar una nueva vida con un trabajo más estable.No había más cartas de Finita, la última fue escrita en octubre de 2017, que cuadra con la fecha de abandono de la casa. Tras el fallecimiento de su hermano, ya no sentía ningún apego familiar ni por su lugar de crianza.No sé que opináis sobre las cartas, cada quien tiene su propia interpretación. Puede que realmente Finita tuviese un trastorno psicológico y por eso su vida resultara tan disparada o realmente, puede ser veraz el infierno que tuvo que vivir durante gran parte de su vida. Lo único que sabemos con seguridad, es que la casa tenía una gran esencia conservando los lamentos familiares y estaba repleta de un silencio que nunca sería abordado.Antes de irnos visitamos el ático y nos llevamos una cálida sorpresa por primera vez en nuestra visita. En el ático encontramos más figuras de madera y unos llaveros hechos a mano muy curiosos.Tanto la vivienda como las cartas me habían dejado un mal sabor de boca.
¿Y vosotros que opináis? ¿Creéis que el polvo puede borrar la vida de las personas que habitan en las casas o que su alma sigue latente en cada rincón y cada carta?
Virtudes y yo nos despedimos de la casa, volviendo a quedar congelada en el tiempo.
Comentarios
Publicar un comentario