A CASA DOS RETRATOS
Hoy vengo hablaros de una de mis primeras casas cerca de mi zona. Si notáis que las fotos son poco nítidas y borrosas es por la cantidad de polvo que se respiraba en el ambiente y que el visor del objetivo se me empañaba cada dos por tres. Por mucho que lo limpiaba, volvía a empañarse hasta que llegó un punto que decidí no limpiar el interior del objetivo más o se me llenaría de polvo y empeoraría la situación.
Solo me pasó esto en dos casas, en esta y en la Victoriana que veréis en próximos posts.
Bien, vamos al miollo del asunto.
Nos encontramos en el interior de Galicia profunda aunque el título del post pueda resultar muy portugués, esta casa tenía un estilo muy rural y al ver las fotos seréis conscientes de ello, como lo fui yo en su momento.
Por fuera, era la mítica casita de campo con leña en su exterior y una finca tremenda, de la misma longitud que un campo de fútbol. Para acceder a la misma, debíamos atravesar su pequeño garaje/galpón y escalar por el pequeño balcón de la casa donde te tenías que arrastrar por un agujero de la puerta tapado con un somier metálico.
Una vez entramos, pudimos ver los caballetes y todos los cuadros pintados a mano junto a la paleta que aún conservaba algunos de los últimos colores que usó en el último cuadro.
La historia de la casa siento deciros que no la sé pero me gusta recrearla en mi mente. Eso logra provocar que las casas que visito se sientan más especiales.
Visto sus cuadros, pintaba tanto mujeres como hombres de forma equitativa por lo que es difícil saber si se trataba de una mujer o un hombre. Tampoco había ropa en su armario para identificarlo.
Las vibras que me trajo la casita es que se trataba de un dueño que vivía completamente solo y que se dedicaba a hacer pinturas explotando su creatividad y nivel artístico y a veces, realizaba esculturas de escayola. Recuerdo de pequeña que habíamos hecho en parvulitos un pececito de escayola, aún lo tengo por casa, ver las figuras de la casa me recordó un poco a mi infancia he de decir.
Os voy a dejar un pequeño video de como se realizan estas figuras.
Ahora veamos las obras de arte de la casa:
Seguimos explorando la casa, era toda de madera con unos sofás que te sorprendían nada más acceder por unas escaleritas al interior de la vivienda. Luego, otras escaleras principales también de madera, te daban la bienvenida a la sala y habitación principal. Había un cuadro gigante con la misma técnica utilizada en los cuadros que vimos en la entrada. Era precioso, parecía incluso tratarse de un autoretrato. Un hombre viejo, que aparentaba ser muy culto y haber tenido una vida llena de sabiduría y rodeado de libros.
Era la misma forma en la que me imaginaba al dueño, vistiendo con harapos viejos, la ropa desechada y pintoresca y con unas largas barbas sumidas en el paso de los años y el descuido.
Sus cuadros reflejaban colores fríos que trasmitían la soledad que debía experimentar el dueño y las ganas de expresar todo lo que contenía en su interior.
Pudimos ver más cuadros en el salón, uno en concreto de la catedral de Santiago que me llamó la atención. Era el único que representaba una figura arquitectónica reconocida. Luego al lado de la tele, había más figuras de escayola.
Y lo más suculento del lugar, obviamente rodeado de más cuadros pintados a mano y libros de literatura bastante gordos; el gran piano.
Era precioso, no probamos si sonaba por miedo a hacer ruido y ser captados en la casita pero la verdad es que dieron ganas de hacerlo.
También pudimos ver diversos bustos hechos de escayola, imagino que también hechos a mano y finalmente, vimos el pequeño baño derruido al final del todo.
El vandalismo puede contemplarse en algunas de las paredes, incluso creo que esta casa fue partícipe de muchas noches de botellón entre los más jóvenes del pueblo aunque estoy contenta de que hayan respetado todas las obras artísticas y se conserven bien aunque muy cubiertas de polvo.
También encontramos una colección de conchas que estaban en una bolsa de plástico y latas de bebida antiguas que estaban completamente oxidadas.
Decidimos despedirnos de la casa dejando todo como estaba y rezamos porque siguiera en pie durante mucho más tiempo.
Esta casita tenía mucho encanto y a pesar de su ubicación la habían tratado especialmente bien. Tal vez sea porque una vez que entras en la vivienda, las vibras hogareñas que transmite hacen que el dueño arrope tu presencia haciéndote partícipe de sus obras de arte y de lo que pretendía trasmitir con ellas.
Os dejo más fotos del reportaje de esta exploración con @virtudeswashear. Nos vemos el jueves con más contenido. 🌖🌝
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