LA RATONERA

 

 En una pequeña ruta por la zona vecina con mi compañero @jarabes_urbex, os recomiendo echarle un ojo a su perfil y deleitaros con sus increíbles fotografías; descubrimos una casa con apariencia de tener grandes joyas en su interior cerca de una franja bastante concurrida.

Y voy a haceros un pequeño spoiler, no nos equivocábamos. Muchas veces el aspecto refleja la más pura realidad.

Y os preguntáreis, ¿por qué el nombre de la Ratonera? 

Gracias a dios no nos encontramos a ningún ratón escurridizo y doy gracias. Aunque sí un compañero murciélago que nos saludó con su alto vuelo pero eso, os lo explayaré más adelante.

Le apodé con ese nombre porque la finca estaba cubierta de algunos carteles con la imagen de un ratón y una señal de aviso. Hasta llegué a pensar que podía haber trampas para ratones, no le quité ojo a mis queridos pies. 


Siento deciros que la historia de la casa la desconozco. No encontramos cartas en su interior pero sí algunas fotografías en blanco y negro sobre una nupcia. De hecho, no pude comprobarlo pero me comentaron que en el interior de sus armarios, aún se podía contemplar un vestido de boda antiguo.

Por la cantidad de habitaciones y una trona que encontramos en una de ellas, aparte de múltiples juguetes, podemos casi asegurar que la casa estaba ocupada por una familia, en mi opinión, muy numerosa. 

Pero como de costumbre, hablo desde las sensaciones que poco a poco me iba trasmitiendo la casa. Un ambiente jovial y lleno de luz que poco a poco se fue apagando y dejando un rastro de soledad y decadencia en su interior.


Para conseguir entrar en este recuncho lleno de esencia, nos vimos negros. Dimos unas cuantas vueltas por la finca hasta que mi compañero David, consiguió entrar por una minúscula ventana, ojalá tener una complexión tan fina para poder hacer lo mismo; y de esa forma, abrir el único acceso viable. Una vez dentro, las complicaciones continuaban entrometiéndose y haciendo que nuestras esperanzas fueran menguando. Teníamos que acceder por un pequeño hueco en el techo que conducía por fin, al interior de la casa. 

No fue nada fácil y sin la ayuda de David, no hubiera sido capaz, la negatividad tampoco ayudaba en esos momentos y la valentía iba bajando de porcentaje de carga. 

Finalmente conseguimos acceder y nos encontramos unos bonitos salones llenos de luz de las pequeñas fiestras aunque según avanzábamos, el ambiente se iba oscureciendo dado que los bloques de cemento que habían utilizado para tapiar la otra mitad de la casa, se iban mostrando ante nuestros ojos volviendo a perjudicar nuestra esperanza. 

Pero la tristeza duró poco, pues una escalera deslumbró ante nuestros ojos y la utilizamos para subir al techo y con mucho cuidado, acceder hasta el otro lado de la casa. 

Creo que fue de los abandonos que más altibajos sufrimos emocionalmente, jugó muchísimo con nuestros sentimientos. La Ratonera era como la mítica tóxica que cuando conseguías resolver un conflicto con ella, se presentaba otro en cuestión de segundos y mil veces peor. 

Y como no, eso te enlazaba más a la casa y a la necesidad de acceder a ella.

Finalmente, la parte más bonita del solar, se deslumbró ante nuestros ojos. A pesar de estar bien oscura por los bloques de cemento, logramos fotografiar grandes iconos de la casa y no entrar en cólera por un murciélago que me otorgó un gran susto en uno de los rincones más sombríos.

Aquí os dejo el tesoro de otro spot decrépito.💥🏠











































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