EL MERCADILLO DEL MILITAR
Un día de lluvias intermitentes, no se nos ocurrió otra idea que ir a explorar.
A quien le interesan los sitios abandonados, no le importa el peligro de meterse en un lugar lloviendo cuando se encuentra en un estado decrépito.
Este lugar, aunque la planta baja se conservaba bastante bien, la planta de arriba era peligrosa. Pues cuando ponías un pie en la tabla equivocada el chirriante sonido de la madera cediendo, te ponía los pelos de punta.
La entrada fue curiosa, pues el sitio era un poco concurrido y había un pequeño agujero en una de las puertas. Aún así conseguimos entrar y Dios decidió que nuestra visita sería bien pasada por agua porque comenzó a diluviar dando lugar a un ambiente idóneo e inspirador.
Nada más entrar nos encontramos con un bar de pueblo sumido en la oscuridad. A pesar de llevar desde el 2019 abandonado —según los calendarios—se encontraba en buen estado. Los techos aún no contenían grietas y las arañas todavía no se habían puesto a hilar.
Los que me conocéis, sabéis perfectamente que estar en un bar es como estar en mi casa. Llevo unos años trabajando en ello y aunque no es mi gran pasión, cuando encuentro una barra abandonada, se me hace muy acogedora.
El bar contenía una caja registradora muy antigua, era igualita a la que había en el bar de pueblo donde trabajaba con anterioridad. A su lado, había un par de móviles antiguos, de los primeros táctiles que comenzaban a fabricarse. Luego, te encontrabas una cafetera de café molido, hoy en día las de cápsula están ganando territorio y para terminar, después de botellas inacabadas y repletas de polvo; te encontrabas una antigua báscula.
Si salías de la barra, veías el antiguo comedor o la vieja ubicación de las mesas donde se sentaban los clientes. Ahora, el espacio se había convertido en un baúl de antigüedades.
Y aquí fue donde nos atacaron las dudas. ¿Lo usaron de trastero? ¿Tan solo había juguetes de los niños o lo usaban para más cosas? ¿Se habrá abandonado recientemente y habría niños utilizando el lugar como salón de juegos? ¿Se dedicaban a la compraventa de objetos?
No teníamos ni la más remota idea, aunque nos sorprendió ver un patinete eléctrico frente a todos los demás artículos más antiguos.
Personalmente, me enamoré del joyero de unicornio que aún continuaba soltando su suave serenata. De pequeña me obsesioné con ellos y mi madre me compraba todos los artículos y peluches de unicornio que veía, se mataba para que mi cuarto estuviese inundado de ellos. De hecho, esto es top secret, pero aún uso los peluches para practicar para las exposiciones orales, son mi público estrella :)
Dejando la nostalgia atrás, continuamos por una cocina que continuaba con la misma estética del bar. Imagino que servirían comidas. Al lado, nos sorprendimos al encontrar un ultramarinos. El bar no era el único negocio que reinaba en la vivienda.
Aunque estaba bastante revuelto, aún conservaba algún objeto de interés. Un cuadro hecho a mano como de ganchillo, de un perro, múltiples figuritas antiguas - como el perro Petunio que daba bastante cague- y la GameBoy con algún juego. Nunca había visto una pequeña tienda y resultaba entrañable pensar la cantidad de niños que habían pasado por allí para comprar golosinas, no sé porqué no era capaz de imaginarme adultos.
Al continuar avanzando, llegamos a la recepción de la vivienda que era muy bonita a pesar de la poca luz que dejaba admirar su belleza. Subimos las escaleras y sufrimos el terror de recorrer la planta superior. No tenía mucha cosa, estaba igual de revuelta que el piso inferior, incluso seguimos viendo más juguetes y muebles amontonados en alguna de las habitaciones.
Los techos eran bastante impresionantes y además, ver fotos antiguas de los dueños nos hizo regresar a la realidad.
Antes de irnos nos sorprendimos al encontrar una bolsa llena de objetos militares. Os juro que estaba repleta. Entonces, sabéis que me encanta jugar con mi imaginación. Mi teoría es que el abuelo era militar y después de ofrecer su servicio, se retiró guardando sus recuerdos en aquella bolsa que seguramente, muchas veces se dedicó a volver a ver recordando sus memorias. En esa misma casa, tuvo a sus hijos, a quien llenó de disciplina y saber hacer. Tiempo después, montaron el ultramarinos y sus hijos cuando fueron más mayores, decidieron abrir el bar.
Luego, llegaron más descendientes y la familia fue aumentando. De ahí la enorme cantidad de juguetes y de recuerdos de los que nunca se quisieron desprender.
Así que con más dudas de las que teníamos en un principio, decimos abandonar el lugar y dejar nuestra nostalgia en él. Aunque no solo dejamos la nostalgia...
Comentarios
Publicar un comentario